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FRENTE A LA CORRUPCIÓN, LA INNOVACIÓN

FRENTE A LA CORRUPCIÓN, LA INNOVACIÓN

Por Juan Alberto Flores – Director ejecutivo de Ynnovadores

Según la Real Academia Española, la innovación es la “creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado”. Particularmente pienso que los innovadores son intolerantes frente a la inacción y procrastinadores crónicos para la destrucción del confort y el statu quo. Son provocadores que gozan inmensamente presionando al límite la creatividad del resto, generadores de sorpresas para el bien común, los pincha llantas, los aguafiestas, los que nunca están contentos con lo que existe. Unos necios, persistentes y resilientes. La innovación es actitud, una que debe estar al servicio de la sociedad para enfrentar los grandes desafíos del país.

EL RETO: COMBATIR LA CORRUPCIÓN

Alfonso W. Quiroz fue un historiador peruano y quizá el único que estudió la historia de la corrupción en el Perú. Su libro, del mismo nombre, aborda el impacto de la corrupción en la evolución histórica, política y económica de nuestro país. “De este modo, la historia del Perú ha sido en parte la historia de sucesivos ciclos de corrupción, seguidos por periodos sumamente breves de reforma anticorrupción, interrumpidos por intereses creados contrarios a la reforma […]. En el largo plazo (1820 a 2000), estas sucesivas olas de corrupción podrían haber implicado la pérdida directa e indirecta, el desvío o la mala asignación de fondos equivalentes a un promedio de entre 30 y 40 por ciento de los gastos gubernamentales, y de entre 3 y 4 por ciento del producto bruto interno. Estas inmensas pérdidas debidas a la corrupción representarían entre el 40 y el 50 por ciento de las posibilidades de desarrollo del país en el largo plazo (considerando que para que este tenga lugar, debe alcanzarse un crecimiento sostenido de entre 5 y 8 por ciento del PBI)”. Así de brutal es su resumen del impacto de la corrupción sistémica en nuestro país.

El autor concluye que fue durante los regímenes autoritarios cuando los índices de corrupción llegaron a su tope, siendo el último el fujimorato (1990-2000). En los inicios del nuevo milenio se llevó a cabo la última reforma anticorrupción estructural de nuestra historia moderna, iniciada por el presidente interino Valentín Paniagua, venida a menos en tiempos del presidente Alejandro Toledo y que inició su vuelta atrás durante el segundo mandato de García hasta nuestros días.

TRANSPARENCIA EN TIEMPOS DE TRANSFORMACIÓN DIGITAL

Eran los años del inicio de Internet y la transparencia en las transacciones presupuestarias y en las contrataciones del Estado mejoró gracias a la construcción de páginas web oficiales. En ellas se publicaba las declaraciones juradas de los funcionarios públicos, entre otros contenidos que permitían a los ciudadanos tener acceso a información que antes no se brindaba. Sin embargo, esas medidas hoy parecen obsoletas y desfasadas.

No tengo la solución para combatir la corrupción, pero sí soy pincha llantas, aunque para muchos en vano. Pienso que los ciudadanos, tanto del Estado como del sector privado, como lo demuestra Quiroz en su investigación, deben seguir intentando combatir la corrupción. Quizá la cuarta revolución industrial o industria 4.0, como le han llamado al proceso de transformación digital que hoy es la base para el desarrollo de tecnología de punta en países como Alemania, Francia y Estados Unidos, sea hoy el argumento innovador más potente para reformar las instituciones y virar hacia un modelo de gestión digital y trasparente donde la cultura de la tolerancia hacia la corrupción sea exhibida y rechazada socialmente.

Hagamos que estos pequeños ciclos de lucha anticorrupción se vuelvan sostenibles, que sean la regla y no la excepción. En cuanto al Gobierno actual, el mejor legado que le puede dejar a los más jóvenes es demostrar que con buena voluntad, innovación y ejecución se puede combatir con éxito la corrupción y avanzar seriamente hacia el desarrollo.

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